La Ascensión del Señor
- Pastoral para las Comunicaciones Sociales
- 25 may 2017
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Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Salmo 46
La Ascensión del Señor es el momento en el que Jesús regresa al Cielo con el Padre Dios, después de haber cumplido su misión en la tierra, hecho que sucedió 40 días después de su Resurrección de entre los muertos. Con la Ascensión, Jesús recibe la corona merecida y es exaltado.
El Evangelio de san Lucas y el libro de los Hechos de los apóstoles nos narran como, después de dar las últimas instrucciones a los Apóstoles, los llevó cerca de Betania y mientras los bendecía, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos.
Cristo vivió, como todos nosotros, un proyecto divino y lo fue perfeccionando día a día, pero su proyecto no terminó con su muerte, sino que siguió con su Resurrección y su Ascensión, la cual es la esperanza de todos los cristianos, pues sabemos que Cristo está sentado a la derecha del Padre, intercediendo por nosotros y que un día podremos llegar con Él a gozar de la felicidad eterna. Con su Ascensión, nos llama a seguirlo, nos enseña que debemos luchar por ser perfectos y santos para estar a donde Él ya está, pues ese es el lugar al que debemos llegar todos los que creemos en él, para esto también debemos trabajar y cumplir con la misión que nos dejó: ir por todo el mundo y hacer discípulos a todos los pueblos. Y sabiendo que Él está con nosotros hasta el fin del mundo, debemos vivir como Él, amar como Él y, buscar el Reino de Dios y hacerlo presente en nuestro mundo.
La Ascensión es para cada católico un subir, un superarse continuamente, un no resignarse, un querer ser otro, ser distinto, ser mejor; mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo espiritual. Pero cuando uno no avanza en el camino al cielo, se enferma y comienza a morir lentamente.
Este camino supone una lucha diaria, de conquistar una meta tras otra, hasta alcanzar la última, la añorada cima de ser santo. Eso es a lo que Dios nos llama, esa es mi meta, ser santo ¿es también la tuya? Debemos anunciar el Evangelio con la palabra y con la vida. El cielo ya es tuyo, las puertas están abiertas, pero ¿subes o te quedas? ¿Vienes con Dios o te quedas con el mundo?

Reflexionemos en familia estas citas bíblicas: Lucas 24, 50-53. Hechos 1, 1-11. Mateo 28, 19. 2 Timoteo 4, 7-8.