¿Por qué debo confesarme con un sacerdote?
Para comenzar reflexionemos estas preguntas: * ¿Cuándo fue la última vez que me confesé?
* ¿Qué me impide confesarme ahora mismo?
* ¿Por qué no quiero confesarme y recibir el perdón de Dios?
Muchos se preguntan por qué debemos confesar nuestros pecados con un sacerdote, si es un hombre pecador como nosotros; la verdad, es que los católicos hacemos lo que Dios manda en su Palabra, él pudo escoger otras maneras para perdonarnos, algunas mucho más difíciles o desagradables, pero escogió ésta: dejarnos el sacramento de la reconciliación, penitencia o confesión.
Jesús quiso que confesáramos nuestros pecados para recibir la absolución por parte de sus sacerdotes, a quiénes dio poder de perdonar pecados; ésta es una verdad fundamental del cristianismo y la aceptándola la ponemos en práctica pues es su mandato y no podemos negarlo o cuestionarlo, como quienes no lo aceptan.
Para tener una buena confesión debemos sentir un verdadero dolor de nuestros pecados, confesarlos, tener el propósito de no volver a pecar y cumplir la penitencia. La confesión no es algo meramente humano, es un misterio sobrenatural y divino. Es un encuentro personal con la misericordia de Dios en la persona de un sacerdote, quien nos perdona en nombre de Dios. Igualmente el sacerdote es un ser humano como cualquier otro, pero a él, Dios le dado el poder de perdonar los pecados.
A quienes ustedes perdonen sus pecados, queden perdonados, y a quienes se los retengan, queden retenidos (Juan 20, 23), estas palabras se las dijo Cristo a sus apóstoles el día de la resurrección, se las dijo a los primeros sacerdotes, y también a sus sucesores. Les estaba diciendo que cuando pronunciaran las palabras del perdón a cada pecador arrepentido, él daría ese perdón en el cielo, pues antes ya había dicho: Lo que ates en la tierra, será atado en el cielo y lo que desates en la tierra, será desatado en el cielo (Mateo 18, 18).
Vale la pena decir que hasta el mismo Papa tiene que confesarse y recibir la absolución de parte de su confesor. Y decir que no nos confesamos con un hombre porque es pecador es tan absurdo como decir que no vamos al médico cuando estamos enfermos porque el médico también se enferma.
Y ahora ¿qué esperamos para ir a confesarnos y recibir la misericordia divina?
